domingo, 29 de noviembre de 2009

En el salón de los pasos perdidos: 3, la basílica en lo alto de la colina

El presente informe no será muy largo, porque lo que hay que hacer con los monumentos es verlos, y para eso ya tenéis las fotos de Picasa. Sin embargo, algunas cosas merecen ser dichas sobre esta espectacular construcción de finales del XIX. La más importante, que está hecha con un excepcional buen gusto y una originalidad poco común en las obras religiosas. Pero vayamos por partes.

Después de deleitarme con la herencia romana de Lyon, continué ascendiendo por la colina de Fourvière (pero no nos pongamos bucólicos, porque hoy toda la ladera está ocupada por calles asfaltadas y edificios), hacia la parte más alta. Allí se encuentra uno de los monumentos emblemáticos de la ciudad: Notre-Dame de Fourvière, Nuestra Señora de Fourvière, basílica católica construída entre 1872 y 1884. También, por cierto, encontramos en lo alto de la colina la Torre de Metal, una torre similar a la famosa Eiffel de París, pero con menos encanto, porque está rodeada de edificios y carece de los espectaculares cuatro pilares que rodean a aquélla.

La basílica, en fin, que es nuestro tema de hoy, está diseñada con un estilo ecléctico, muy propio de la arquitectura del XIX. El exterior es sobrio; sólo la portada se permite cierta profusión en la decoración, y sin embargo, en ella podemos ver ya trazas de esa originalidad, ese atrevimiento, al que hice mención antes. Como podéis ver en las fotos, hay humor en algunas de las estatuas que decoran la fachada principal (estupendo ese ángel con la mano en el mentón, preguntándose para qué narices necesitaba la espada).

Pero es en el interior donde está lo interesante de verdad. El primer vistazo produce un pequeño shock: después de la monótona piedra blanca de las paredes exteriores, al entrar uno se ve rodeado sin previo aviso de un maremoto de roca multicolor. En efecto: mármoles verdes, rojos, grises y blancos decoran todos los rincones de la iglesia; al verlo, no pude evitar pensar: "espera... ¡es como Santa Sofía!". Y pardiez que no era casualidad, seguro que no. Miré a mi izquierda y vi en la pared un enorme mosaico, algunas de cuyas teselas eran doradas, como tanto gustaban a los arquitectos del Imperio de Oriente; pero eso no era todo: los tocados de los personajes, su hieratismo, el diseño de las caras... eso era un mosaico bizantino! Podéis verlo aquí; la falta de iluminación en el interior de la basílica me hizo desistir de hacer yo mismo fotos a los mosaicos. Pensé: ¿y para qué narices ha querido el arquitecto hacer aquí una basílica bizantina? Pronto iba a descubrir que ése era sólo el comienzo de la historia.

Me giré y vi que frente al mosaico bizantino, al otro lado de la nave, había un segundo mosaico. Éste representaba algo más antiguo con toda seguridad, porque había un tipo bajando de un barco de clara inspiración egipcia. El estilo era aquí menos reconocible; claramente había una inspiración medieval, no tan envarada como el románico más austero ni tan desbocada como el gótico más flamígero. No obstante, nadie en el medievo habría creado nunca una escena tan cuidada, históricamente hablando: el barco, los edificios del fondo, nos estaban hablando de una ciudad del Egipto romano. Claramente, se trataba de la obra de un artista moderno imitando el estilo medieval; el anterior, el bizantino, también lo sería, seguro, pero tenía la impresión de que habían dado más en el clavo allá que aquí. Para mi gusto, este mosaico hubiera requerido que se imitara el estilo de las pinturas murales del Egipto romano, pero en fin, qué se le va a hacer... Aun así, por lo menos estaba chulo...

Seguí, y a mi derecha, tercer mosaico. El estilo de éste seguía sin ser tan conseguido como el del bizantino, pero los motivos arquitectónicos y los ropajes lo situaban claramente en la baja Edad Media. Con gran profusión de colores, el mosaico representaba una procesión pasando por delante de una iglesia gótica. A lomos de un caballo, con las manos unidas en gesto de oración, la inconfundible Juana de Arco, símbolo de la Francia medieval donde los haya. Esto empezaba a estar claro: el arquitecto, el muy friki (le estoy culpando todo el rato de los mosaicos a él, porque entiendo que aunque no los pintara, él decidió qué temática debían tener), había decidido que en lugar de citar escenas de la Biblia, en su iglesia iba a citar otras, también de significación religiosa, pero que hicieran referencia a la historia religiosa más reciente: el Egipto romano, Bizancio, ahora la Francia medieval... ¿cuál iba a ser el siguiente? ¿Y qué estilo tendría?

Miré enfrente: grandioso, lleno de poder y fuerza, el cuarto mosaico. Estaba claro que aquí el artista sí que había conseguido algo estilísticamente... después de la Edad Media, ¿qué viene? El Renacimiento. ¿Y qué cosas les gustaba pintar a los renacentistas? Pues hombre, muchas; pero una de ellas son los cuadros corales con infinidad de pequeños personajes. Dicho y hecho: el cuatro mosaico representa una batalla naval al más puro estilo de estos cuadros renacentistas. La perspectiva no es muy buena (en ello sigue recordando a las composiciones medievales), pero la profusión de personajes, el caos de remos, mástiles, fumarolas... todo ello dota al mosaico de un dinamismo maravilloso. A la izquierda, monopolizando un tercio de la composición, un hombre subido a una especie de estrado contempla la batalla y alienta a los suyos con gesto poderoso. Un mosaico notable.

Quinto mosaico: esta vez el tema es claramente barroco. Dos figuras, cobijadas bajo un palio sostenido por columnas salomónicas, protagonizan casi por entero la imagen: un monarca absoluto está ofreciendo su corona y su cetro a las alturas mientras la otra figura reza. Se trata de Luis XIII y su esposa; detrás de ellos, una cuna coronada con un sol naciente. Flores de lis, oro, glorificación de la figura real: está claro que el pintor pilló la idea de la monarquía del XVII.

El sexto y último mosaico se sitúa en la actualidad: vemos la plaza de San Pedro, el Papa y numerosas personalidades del Vaticano. Los ropajes nos suenan, el lugar sigue usándose hoy en día más o menos de la misma manera que en el tiempo que el mosaico representa: el viaje a llegado a su fin. Dos mil años nos contemplan desde lo alto de la colina de Fourvière; alguien decidió que podía ser adecuado dejar constancia explícita de ello. Un concepto muy notable para una iglesia.

En fin, como éstas, muchas otras cosas merecerían ser comentadas en esta entrada, pero no hay tiempo, ni yo pude estar tanto rato como para apreciarlas todas. Como mis fotos se quedan un poco cortas, sobre todo en el interior, os voy a dejar aquí dos enlaces que he encontrado con más imágenes de la basílica. Por si alguien gusta.

http://www.molon.de/galleries/France/Lyon/Fourviere/img.php?pic=1

http://www.visitelyon.fr/fourviere/nef-fourviere.php

martes, 24 de noviembre de 2009

Vázquez Figueroa, los vampiros y Borges, siempre Borges

Madre mía. Hoy he oído en la radio una entrevista a Alberto Vázquez Figueroa, que acaba de publicar una autobiografía. Bueno, pues el hombre ha estado glorioso, sencillamente espectacular. Ya había tenido el placer, hace muchos años, en el programa de Sánchez Dragó, y Figueroa me dio muy buena impresión. Pero lo de hoy... soberbio.

Cuenta el señor Figueroa en este libro que hace unos años, mientras triscaba, como tanto le gusta hacer, por la Amazonia, fue atacado por vampiros. Pero por vampiros de verdad, ¿eh?, Desmodus rotundus. Resulta que los bichejos estos, aparte de alimentarse sólo de sangre, poseen algunos compuestos anticoagulantes en su saliva para ayudarles a hacer bien la faena. Pues bien, Vázquez Figueroa clama que desde que fue mordido por los rotundus no ha estado enfermo ni una sola vez; es más, que entre los indígenas de la zona hay una nada despreciable proporción de personas que superan los 100 años de edad, y que ellos lo atribuyen a la mordedura curativa de los vampiros.

Hasta ahí, algo curioso; puede que sea verdad. Al fin y al cabo, hay tantas medicinas que hemos descubierto porque no sé qué bicho de la Amazonía las producía de manera natural, que sin más información tiendo a pensar que todo es posible. Ahora, cuando acto seguido el hombre dice que desde entonces le sienta muy mal el ajo, que no puede soportarlo y que él lo atribuye a la mordedura del rotundus, he empezado a reír y no he podido parar. ¡Qué crack! Y la entrevistadora, claro, después de que el hombre le diera un montón de datos sobre los bichos, su viaje y tal, con cierta reticencia ha parecido dar por buena su explicación. XDD!

¡Benditos sean los escritores! Y bendita sea la ficción que hace que este mundo valga un poco más la pena. Quizá a Vázquez Figueroa nunca le gustaron los ajos; quizá de pequeño ya inventaba historias para dejárselos en el plato. A lo mejor nunca le han atacado los rotundus, pero ha hablado con gente a la que sí; igual hasta es verdad que en esa región de Ecuador hay una cantidad de gente que supera los 100 años. Hombre, ya sería un poco más grave que ni siquiera existieran los murciélagos esos... al fin y al cabo hay una página de Wikipedia sobre ellos... quiero decir: que nadie se tomaría tantas molestias sólo por... por el placer de inventar o algo así, ¿no? Nono. Improbable. Qué bobada. Inconcebible. Tlön, Uqbar: yo estuve allí; yo compré lotería en Babilonia y leí acerca de mi muerte en un libro que encontré en una biblioteca. Quizá no hubo entrevista; a lo mejor la vi en el Aleph pero ya no me acuerdo :-)

En el salón de los pasos perdidos: 2, Lyon y Lugdunum

La semana que siguió a la excursión campestre en Suiza fue pródiga en acontecimientos contables. El miércoles tenía que viajar a Estrasburgo para asistir a un congresillo (de lo que daremos buena cuenta en una futura entrega de esta serie), y el viernes me piré para España. Pero antes de eso decidí que ya era hora de irme a hacer un poco de turismo por el Lyon viejo, del que todo el mundo hablaba muy bien.

La geografía de la ciudad de Lyon es muy característica. La ciudad se extiende en torno a la confluencia de dos ríos, el Saône y el Ródano (como podéis ver aquí). La zona que se encuentra entre los dos ríos (a la que los lugareños llaman "la península") constituye lo que podríamos llamar "el centro de la ciudad", y posee numerosos edificios de los siglos XVIII y XIX (no he ido aún a ese barrio; más información en futuras ediciones!). La zona al este del Ródano es la parte más nueva de Lyon, donde yo vivo y donde están las universidades y la nueva estación de tren.

La parte al oeste del Saône, por su parte, es la que hoy nos ocupa. Está encaramada entre el río y la colina de Fourvière, y constituye el núcleo del Lyon medieval y renacentista. Recibe el nombre de Vieux Lyon (Lyon Viejo), y también es en ella en la que se asentó la vieja Lugdunum, la ciudad romana. En la parte baja de la colina está la catedral medieval, que aún no he visto, y en la cima la basílica del siglo XIX. A media altura, sobre la ladera, se encuentran las impresionantes ruinas del teatro y el odeón romanos. No en vano fue Lugdunum la capital de una de las tres provincias gálicas durante el Alto Imperio.

Ese día decidí que había que ver dos de las tres construcciones notables de la colina, y al final me acabé decidiendo por la parte romana (ésta era obligatoria ^_^) y por la basílica de la cima. No sé cómo será la catedral medieval, pero a fe que no fueron para nada malas elecciones.

La herencia romana de Lyon es para empezar y no parar. Visitando los recintos del teatro y el odeón, que podéis ver en el álbum de Picasa con la profusión de comentarios pertinente, podemos ver cuánto cuida la ciudad su herencia histórica. Ambos están muy bien conservados, y restaurados lo suficiente para que puedan seguir siendo usados para albergar representaciones teatrales o musicales. El Vieux Lyon es un barrio tranquilo y silencioso, y los antiguos edificios públicos parecen exigir una pequeña pausa y que nos olvidemos durante un rato de la era de las comunicaciones y de que la Hispania ya no está a una semana de viaje. Como siempre que se visitan enclaves arqueológicos, hay que hacer un pequeño esfuerzo para ver más allá de los montones de piedra en estado de semirruina. Hace dos mil años, la gente se congregaba aquí como hacemos nosotros cuando vamos al cine. Los actores se preparaban en sus camerinos privados, los niños hacían pintadas en las paredes, y cuando la función acababa todo el mundo se iba a sus casas que, en el mejor de los casos, contaban hasta con agua corriente.

El mundo romano tiene algo de fascinante y algo de mentiroso. Fascina ver en qué medida somos parecidos, pero es falaz omitir en qué medida somos diferentes. A menudo se ha hecho mucho de las dos cosas. No voy a ser yo ahora el que repare estos excesos de la literatura, o quizá de la credulidad, porque no me asisten ni los conocimientos ni vuestra paciencia. Pero no puedo evitar pensar en gente que consideraba que masacrar al enemigo es lo que toca, en gente que hacía y deshacía matrimonios, que envenenaba a la peña sin despeinarse, que toleraba todo tipo de atropellos sin mover un músculo... hombre, pues tanto tanto tampoco se nos parecen. No sé. A lo mejor lo que sí me asiste es una benévola falta de realismo.

Siguiendo con la visita, después de la exploración "de campo", lo que toca es ir al museo. Y, como dijo Javi muy españolamente "estaba prohibido hacer fotos, así que sólo hice unas pocas". En Picasa las tenéis, debidamente comentadas. El museo era muy interesante, y contenía algunas piezas sorprendentes por lo bien conservadas. Era especialmente notable la sección dedicada a arte gálico prerromano, ya que en las cercanías de Lyon se han encontrado varios asentamientos celtas. También tenían a dos o tres actores haciendo una especie de improvisación contemporáneo-rara en una sala habilitada al efecto, con conjincicos pa sentarse. Un lugar, en definitiva, notable, y que hubiera merecido una visita más detallada y algo de comentario. Pero no os canso más, porque lo más guay lo tenéis en las fotos, y de nada serviría que os comentara más cosas aquí sin soporte de la imagen.

Nos vemos a la siguiente!

jueves, 19 de noviembre de 2009

Encuesta

Tengo sensaciones contradictorias.

Por un lado, 9 de vosotros habéis respondido en tan sólo unas horas, wow :-O impresionante.

Por otro lado... ¿un solo voto para el Aleph? ¿Dos para el magnífico Atum-Re, el Gran Él-Ella, el Completo, el que reina sobre lo alto y lo bajo? ¿Y 5 para "inventó los primates"? ¿Los primates se "inventaron"? Creía que nadie elegiría ésa! Indignado estoy.

^_^

miércoles, 18 de noviembre de 2009

En el salón de los pasos perdidos: 1, Zermatt, Suiza

La noche transcurría apaciblemente ese 25 de octubre. Unos inofensivos jirones de niebla resbalaban entre los edificios, como tantas otras noches; nada en la confiada y tranquila ciudad de Lyon hacía prever los acontecimientos que iban a producirse y que por escritos, predichos, grabados en las parsimoniosas e insensibles manecillas del reloj, nadie podía evitar ya. Todo comenzó con un estruendo agudo y mecánico, un fragor comparable al de mil martillos golpeando las vigas del edificio. No había duda: era el despertador.

---¡¡Diossss, las 6 ya?? ---exclamé.

Sí, en efecto. Habíamos quedado ese día para irnos de excursión a alguna parte de Suiza, y eso requería que me personara en Ginebra cuanto antes. Mi tren salía a las 7, y, por los dioses, menos mal que vivo cerca de la estación! Mis compañeros serían Joan y Oriol, físicos a los que conocí en el Taller de Altas Energías en Madrid y que también estaban de estancia en Suiza, y también Luis, un amigo de Joan también de estancia en el CERN. La suerte estaba echada, así que desayuné y me vestí sin mucha ceremonia y me piré hacia el tren.

A las 9 estaba en el aeropuerto de Ginebra, que es donde íbamos a alquilar un coche para pirarnos adonde fuera. El tiempo estaba un poco revuelto en Suiza, así que decidimos que iríamos al sur, donde las probabilidades de lluvia eran menores. Joan tenía informaciones de que en un pueblecito llamado Zermatt, del cantón suizo de Valais, había unas vistas estupendas del Cervino, un monte de perfil muy particular que se encuentra en la frontera entre Suiza e Italia. Como veréis en las fotos, sus indicaciones eran muy acertadas.

Y para allá que nos fuimos. El cantón de Valais es el único cantón bilingüe de Suiza, y es divertido comprobar lo brusca que es la transición: en un pueblo todos los carteles e indicaciones están en francés y a la que llegas al siguiente... ¡todo en alemán! También, niños, hay que tener cuidado con los nombres de los lugares: los francófonos y los germanófonos usan nombres diferentes para la misma cosa... si pides una indicación en un pueblo francófono y te dicen "pues has de llegar hasta A", luego no te extrañes si al llegar al pueblo germanófono y preguntar por A te dicen "no no, eso no está por aquí"...

Por lo demás, el viaje fue bastante ameno. Luis, que hace teoría de cuerdas, nos deleitó con una crítica no completamente bondadosa hacia algunos de los capitostes de la Loop Quantum Gravity... es ése un debate bastante agrio y, francamente, un tanto desafortunado, porque en él se habla poco de física y mucho de sociología y política. Algún día tal vez os hable de él, pero no será hoy.

Finalmente, llegamos a Zermatt pasadas las 4 de la tarde. El pueblo en sí vive básicamente del turismo, y posiblemente de las pistas de esquí en invierno. Abundan los cafés y las tiendas de equipamiento para la nieve, y el ambiente en general es el de un lugar en el que casi todo el mundo está de paso, como nosotros. Como el sol iba a ponerse antes de las 6, decidimos hacer cualquier caminata rápida que nos permitiera por lo menos tener buenas vistas del Cervino; fruto de ello son las fotos que podéis ver en Picasa.

Estuvimos de vuelta pronto y decidimos que esa noche podríamos parar en algún sitio de camino y tomarnos una fondue como dios manda... ¡celestial idea! Quedé sencillamente encantado: después de quince horas levantado y una caminata de hora y pico por la montaña, los trillones de calorías del quesico caliente mojado en pan sientan estupendamente bien. Es curioso el hecho de que con la fondue hay que beber vino, porque el queso tiene mucho cuerpo y conviene tomar algo que ayude a deshacerlo en el estómago. No me gusta el vino, pero me pareció gracioso tener que tomarlo "por prescripción médica".

Poco quedaba ya del viaje después de todo esto. Volvimos a Ginebra pasadas las 12, y Joan me procuró asilo en su casa para esa noche. Recuerdo haber caminado completamente en trance al ir a su casa; si no supiera que es imposible, diría que dormí mientras caminaba. Al día siguiente, poco que contar: otro tren de vuelta a Lyon y colorín colorado.

Retorno A Vosotros Ahora

Blogodependientes todos,
no puedo menos que disculparme por el prolongado silencio al que os he sometido. Diré, sin embargo, en mi descargo, que las últimas tres semanas han sido verdaderamente ajetreadas, y no he parado de viajar de un lado a otro de las Francias y las Españas. De todo ello, no os apuréis, tendréis cumplido informe, tanto verbal como visual, a lo largo de los próximos días/semanas.

Muchas cosas han pasado en este último mes; algunas importantes, otras menos importantes. He viajado a Suiza, a Estrasburgo y a París, he estado una semana de campo y playa en España; he visto al Castellón ganar, a una amiga digivolucionar a doctora, he hablado con mis tortugas, me han dejado sin internet en casa y me he enterado de que iGEM Valencia al fin! se comió un colín. A todos vosotros, los que me habéis acogido, escuchado y abrazado en Madrid, París, Castellón, Valencia, Melbourne y Ginebra, gracias. Ignoro cuántos de vosotros imagináis con precisión cuán importante es esto, así que voy a tener que hablar sin ceremonias para despejar cualquier duda: nada de todo esto valdría una mierda sin vosotros. No lo olvidéis jamás; cada vez que alguien olvida estas cosas, un gatito es arrojado al pozo del todopoderoso Sarlacc, donde le aguarda una digestión de más de mil años :-D

Pasando a un plano más operativo, os informo de mis planes: hay muchas cosas que contar, muchas. Como me parece inhumano plantificaros ocho nuevas entradas y esperar que las leáis, lo voy a hacer de manera escalonada: iré posteando una nueva entrada cada tres o cuatro días. Aun así, supongo que el ritmo será demasiado para la mayoría (por no hablar de mí!), pero es que si no se me acaba la estancia antes de contároslo todo! Todas estas entradas "atrasadas" llevarán el encabezamiento de En el salón de los pasos perdidos, un nombre muy chulo y tremendamente desaprovechado. La primera edición será publicada hoy mismo. No obstante, los ansiosos deben saber que las fotos correspondientes a todos estos eventos serán publicadas en Picasa tan pronto como estén ordenadas y etiquetadas; a día 18 de noviembre sólo faltan las de París.

Por último, os hago notar que en el presente ambiente de celebración y alborozo he decidido publicar una nueva encuesta, que podéis encontrar arriba y a la derecha. En esta ocasión se la dedico a todos los biólogos que se dejan caer por aquí, que me consta no son ni pocos ni cobardes. Ale ale, a votar, a votar!

martes, 20 de octubre de 2009

Stage 1 CLEAR!


Chavales, me estoy haciendo mayor. Ya he dado mi primera charla científica, y según una objetiva encuesta científica llevada a cabo por mí, ha ido bien! En la encuesta sólo he participado yo, pero me lo he preguntado muchas veces ^_^

No, en serio: ha estado bien de verdad. Me he sentido cómodo y la gente dice que ha sido razonable. Acostumbrado como estoy a las charlas de divulgación esto es de verdad otro rollo: allá te puedes enrollar e irte un poco por las ramas y no pasa na; en una charla científica eso es caca, no hay que hacerlo. Mal, está mal. Menos mal que el domingo me pasé un par de horas pensando en cómo lo diría! Si hubierais visto la primera versión que se me ocurrió a volapié... era algo bastante parecido al primer libro de los Macabeos :-) Pero después de un pelín de práctica, todo ha ido OK.

Por cierto, este señor de la foto no sé quién es pero ¿a que parece medio tonto? :-D