domingo, 4 de octubre de 2009

Primer día en el CERN

Es posible que si alguno os habéis acercado al álbum web de Picasa sepáis ya que el jueves estuve por primera vez en el CERN (!). El lugar tiene aura de antemano, porque sale en un libro de Dan Brown perdón, porque allí se encuentran algunos de los físicos particuleros más importantes del mundo, y porque uno sabe que en esos mismos pasillos se han gestado algunos de los descubrimientos científicos de más profundas consecuencias de los últimos 50 años. Así que, cuando traspasé el umbral de la puerta principal no negaré que sentí una especie de impaciencia o de emoción, como cuando éramos niños y nos llevaban al zoo por primera vez. Al mismo tiempo, claro, me decía que todo eso eran tonterías, y que las paredes y los edificios no se impregnan de las cosas que han sucedido en su interior... a no ser que esas cosas sean radiactivas, y quizás éste era el caso ^_^

Sea como sea, y misticismos aparte, el lugar, físicamente hablando, es tan notable que merece ser descrito en cualquier caso. Os enlazo aquí un mapa del complejo en el que yo estuve. Se trata, básicamente, de un conjunto de muchos edificios que albergan despachos, laboratorios, almacenes, garajes, residencias y algún restaurante. Daos cuenta que todos están numerados para poder indicar las direcciones con total precisión... lo que pasa es que la numeración no es, lo que se dice, correlativa. El edificio 1 y el 3 se encuentran unidos por el 51, y en el espacio libre entre ellos está el 224. Esto ya sorprende, pero bueno, uno se dice "será que los han numerado en el orden en que los han construído"; parece que no. Me contaron que hay, o hubo, una lógica tras esa numeración, pero no supieron decirme cuál.

Y después está el interior, que es lo más divertido. Yo estuve en los edificios de despachos, en los que la topografía consta básicamente de escaleras y pasillos, decorados con mesas, sillas, archivadores o, sencillamente, montañas de artículos apilados según quién sabe qué orden. Si miráis el mapa veréis que algunos edificios están conectados entre sí y, en efecto, se puede pasar de uno a otro, pero esta operación no tiene por qué ser completamente trivial: la puerta que los comunica puede estar en el primer piso, o en el sótano, o quizá no la haya. Resultado: transitar por el interior de los edificios del CERN requiere saber en todo momento a qué piso te tienes que dirigir, y si ese piso es accesible desde el lugar en que te encuentras. Es, pura y simplemente, lo más parecido al laberinto del minotauro. Un amigo me dijo: "Estuve mucho tiempo preguntándome si se podría llegar desde mi despacho a la entrada principal, y después de un tiempo de investigar, lo encontré! Pero no te recomiendo que vayas por ahí, seguro que te pierdes".

¿Qué más puedo decir? Estoy sencillamente encantado! ¡Cómo puede haber tenido alguien la peregrina idea de unir los edificios de esa manera tan arbitraria! No lo sé, pero ojalá todos los dioses del Olimpo se lo tengan en cuenta. Es el lugar de mis sueños. Ahora ya tengo una razón de verdad para que me guste.