miércoles, 14 de octubre de 2009

Llegó el frío a Lyon

Hoy hace frío en Lyon. Pero frío de verdad. Los franceses dicen que esto no es ná, que por lo menos hace sol; pero para mí 10 ºC y viento de norte directo desde Escandinavia es una rasca de la muerte. Los franceses han cogido el grajo y lo han enterrado como vulgar sardina.

Las ciudades deben de ser cosa del demonio o algo; nada, nada de estas cosas meteorológicas tiene sentido en ellas. Quiero decir que, al menos yo, cuando estoy en el campo tengo la impresión de que las piezas encajan. Hace frío y sopla un viento frío; los árboles se mueven; no hay pájaros; a veces llegan nubes; uno oye en las noticias que una masa de aire de Escandinavia ha llegado. En la ciudad, nada de todo eso parece tener significado, o importancia: hace frío y hace frío, ya está. Los edificios son los edificios, la gente sale igual a la calle porque tiene que salir; vale, visten de otra manera, eso es cierto, pero nada substancial cambia. Uno oye en las noticias que ha entrado una masa de aire frío de Escandinavia y parece una anécdota, una entrada más en el largo libro de las estadísticas. Al fin y al cabo, la vida debe seguir, ¿no? Tal vez estoy loco, pero creo que las ciudades roban al mundo muchas de las cosas que lo hacen interesante.

Una vez leí que las ciudades griegas se definían por oposición al campo. Los hombres delimitaban una superficie sobre la tierra y consideraban que ese trozo era suyo, que ahí el mundo se regía de acuerdo a sus reglas, en oposición a las reglas de la naturaleza. Era el imperio de la ley en lugar del imperio de la fuerza. Y está bien, supongo que está bien: el imperio de la ley es mejor que el de la fuerza. El problema, yo creo, el problema ha sido habérnoslo creído: todos hemos nacido en ciudades, ellas son el mundo que conocemos, que controlamos. El imperio de la ley es el imperio; hay otros, quizá, los libros, dicen, hablan de ellos, pero ya no son relevantes.

Sin embargo, son relevantes. De vez en cuando, cosas nos recuerdan que el imperio de la naturaleza existe: hay un terremoto, un huracán, un incendio, o simplemente hace frío. Y toda esa construcción, la construcción intelectual, de repente deja de tener sentido, porque el imperio de la ley no es el único imperio. La gente se siente desamparada, desesperada, se pregunta cómo es posible, se enfrenta de repente a la realidad de que son vulnerables, y una cantidad de edificios (no necesariamente edificios físicos) se vienen abajo. A veces oímos "la naturaleza desata su ira sobre tal o cual ciudad"; es falso. No es la naturaleza la que se nos viene encima, es nuestro ego; es todo nuestro orgullo de cemento el que se desmorona, y de repente la realidad nos hace pagar el precio de habernos creído que realmente podíamos coger un trozo de tierra y hacer imperar en él la ley. Es el reflejo de Calígula en el espejo el que nos mira; y, como le pasó a Calígula, en el espejo no hay nada más que nosotros mismos.

Hoy ha llegado el frío a Lyon. Creo que voy a comprarme una chaqueta nueva, negra, y cargada con todo el peso de nuestra arrogancia.

Time out for LHC polls!

La encuesta del LHC ha terminado! Y, dado que los últimos días no han presenciado movimientos significativos, es para mí un placer anunciar que NO, no moriremos todos arrastrados por el disco de acreción de un pequeño pero voraz agujero negro. Pero no cantéis victoria todavía, humanos; según nuestros colaboradores, esto se debe únicamente a que el Eterno Soñador, Gran Antiguo y Señor de R'Lyeh --me estoy refiriendo, profanos, al Innombrable, al que algunos han llamado Cthul'huh-- jamás permitirá que nuestras vidas terminen debido a nuestras indignas manos. Como muchos ya sabíamos, será él quien, cuando el momento sea propicio, vendrá para reclamarlas; y si para eso hace falta provocar otro pequeño escape de helio en la maquinita... bueno, pues así será ;-D

No quiero, desde luego, olvidar a los dignos finalistas: aquéllos que opinan que, con Cthulhu o sin él, el aparato no llegará a funcionar jamás :-D, y los empatados por el tercer y cuarto puesto: los que creen que una máquina construída por ingenieros es mucho peor que cualquier ser sobrenatural y los que piensan que, después del cine español de los 60, ya nada puede hacernos daño.

Por último, el cucharón de madera: nadie parece creer que el LHC es una encarnación del Mal. ¡Oh, qué decepción! Pero claro, con el Eterno Vigilante en otra de las opciones, hay que reconocer que ésta tenía pocas posibilidades.

En fin, muchas gracias por participar y seguid atentos. En breve otra jugosa encuesta sobre temas de rabiosa actualidad!