domingo, 29 de noviembre de 2009

En el salón de los pasos perdidos: 3, la basílica en lo alto de la colina

El presente informe no será muy largo, porque lo que hay que hacer con los monumentos es verlos, y para eso ya tenéis las fotos de Picasa. Sin embargo, algunas cosas merecen ser dichas sobre esta espectacular construcción de finales del XIX. La más importante, que está hecha con un excepcional buen gusto y una originalidad poco común en las obras religiosas. Pero vayamos por partes.

Después de deleitarme con la herencia romana de Lyon, continué ascendiendo por la colina de Fourvière (pero no nos pongamos bucólicos, porque hoy toda la ladera está ocupada por calles asfaltadas y edificios), hacia la parte más alta. Allí se encuentra uno de los monumentos emblemáticos de la ciudad: Notre-Dame de Fourvière, Nuestra Señora de Fourvière, basílica católica construída entre 1872 y 1884. También, por cierto, encontramos en lo alto de la colina la Torre de Metal, una torre similar a la famosa Eiffel de París, pero con menos encanto, porque está rodeada de edificios y carece de los espectaculares cuatro pilares que rodean a aquélla.

La basílica, en fin, que es nuestro tema de hoy, está diseñada con un estilo ecléctico, muy propio de la arquitectura del XIX. El exterior es sobrio; sólo la portada se permite cierta profusión en la decoración, y sin embargo, en ella podemos ver ya trazas de esa originalidad, ese atrevimiento, al que hice mención antes. Como podéis ver en las fotos, hay humor en algunas de las estatuas que decoran la fachada principal (estupendo ese ángel con la mano en el mentón, preguntándose para qué narices necesitaba la espada).

Pero es en el interior donde está lo interesante de verdad. El primer vistazo produce un pequeño shock: después de la monótona piedra blanca de las paredes exteriores, al entrar uno se ve rodeado sin previo aviso de un maremoto de roca multicolor. En efecto: mármoles verdes, rojos, grises y blancos decoran todos los rincones de la iglesia; al verlo, no pude evitar pensar: "espera... ¡es como Santa Sofía!". Y pardiez que no era casualidad, seguro que no. Miré a mi izquierda y vi en la pared un enorme mosaico, algunas de cuyas teselas eran doradas, como tanto gustaban a los arquitectos del Imperio de Oriente; pero eso no era todo: los tocados de los personajes, su hieratismo, el diseño de las caras... eso era un mosaico bizantino! Podéis verlo aquí; la falta de iluminación en el interior de la basílica me hizo desistir de hacer yo mismo fotos a los mosaicos. Pensé: ¿y para qué narices ha querido el arquitecto hacer aquí una basílica bizantina? Pronto iba a descubrir que ése era sólo el comienzo de la historia.

Me giré y vi que frente al mosaico bizantino, al otro lado de la nave, había un segundo mosaico. Éste representaba algo más antiguo con toda seguridad, porque había un tipo bajando de un barco de clara inspiración egipcia. El estilo era aquí menos reconocible; claramente había una inspiración medieval, no tan envarada como el románico más austero ni tan desbocada como el gótico más flamígero. No obstante, nadie en el medievo habría creado nunca una escena tan cuidada, históricamente hablando: el barco, los edificios del fondo, nos estaban hablando de una ciudad del Egipto romano. Claramente, se trataba de la obra de un artista moderno imitando el estilo medieval; el anterior, el bizantino, también lo sería, seguro, pero tenía la impresión de que habían dado más en el clavo allá que aquí. Para mi gusto, este mosaico hubiera requerido que se imitara el estilo de las pinturas murales del Egipto romano, pero en fin, qué se le va a hacer... Aun así, por lo menos estaba chulo...

Seguí, y a mi derecha, tercer mosaico. El estilo de éste seguía sin ser tan conseguido como el del bizantino, pero los motivos arquitectónicos y los ropajes lo situaban claramente en la baja Edad Media. Con gran profusión de colores, el mosaico representaba una procesión pasando por delante de una iglesia gótica. A lomos de un caballo, con las manos unidas en gesto de oración, la inconfundible Juana de Arco, símbolo de la Francia medieval donde los haya. Esto empezaba a estar claro: el arquitecto, el muy friki (le estoy culpando todo el rato de los mosaicos a él, porque entiendo que aunque no los pintara, él decidió qué temática debían tener), había decidido que en lugar de citar escenas de la Biblia, en su iglesia iba a citar otras, también de significación religiosa, pero que hicieran referencia a la historia religiosa más reciente: el Egipto romano, Bizancio, ahora la Francia medieval... ¿cuál iba a ser el siguiente? ¿Y qué estilo tendría?

Miré enfrente: grandioso, lleno de poder y fuerza, el cuarto mosaico. Estaba claro que aquí el artista sí que había conseguido algo estilísticamente... después de la Edad Media, ¿qué viene? El Renacimiento. ¿Y qué cosas les gustaba pintar a los renacentistas? Pues hombre, muchas; pero una de ellas son los cuadros corales con infinidad de pequeños personajes. Dicho y hecho: el cuatro mosaico representa una batalla naval al más puro estilo de estos cuadros renacentistas. La perspectiva no es muy buena (en ello sigue recordando a las composiciones medievales), pero la profusión de personajes, el caos de remos, mástiles, fumarolas... todo ello dota al mosaico de un dinamismo maravilloso. A la izquierda, monopolizando un tercio de la composición, un hombre subido a una especie de estrado contempla la batalla y alienta a los suyos con gesto poderoso. Un mosaico notable.

Quinto mosaico: esta vez el tema es claramente barroco. Dos figuras, cobijadas bajo un palio sostenido por columnas salomónicas, protagonizan casi por entero la imagen: un monarca absoluto está ofreciendo su corona y su cetro a las alturas mientras la otra figura reza. Se trata de Luis XIII y su esposa; detrás de ellos, una cuna coronada con un sol naciente. Flores de lis, oro, glorificación de la figura real: está claro que el pintor pilló la idea de la monarquía del XVII.

El sexto y último mosaico se sitúa en la actualidad: vemos la plaza de San Pedro, el Papa y numerosas personalidades del Vaticano. Los ropajes nos suenan, el lugar sigue usándose hoy en día más o menos de la misma manera que en el tiempo que el mosaico representa: el viaje a llegado a su fin. Dos mil años nos contemplan desde lo alto de la colina de Fourvière; alguien decidió que podía ser adecuado dejar constancia explícita de ello. Un concepto muy notable para una iglesia.

En fin, como éstas, muchas otras cosas merecerían ser comentadas en esta entrada, pero no hay tiempo, ni yo pude estar tanto rato como para apreciarlas todas. Como mis fotos se quedan un poco cortas, sobre todo en el interior, os voy a dejar aquí dos enlaces que he encontrado con más imágenes de la basílica. Por si alguien gusta.

http://www.molon.de/galleries/France/Lyon/Fourviere/img.php?pic=1

http://www.visitelyon.fr/fourviere/nef-fourviere.php

martes, 24 de noviembre de 2009

Vázquez Figueroa, los vampiros y Borges, siempre Borges

Madre mía. Hoy he oído en la radio una entrevista a Alberto Vázquez Figueroa, que acaba de publicar una autobiografía. Bueno, pues el hombre ha estado glorioso, sencillamente espectacular. Ya había tenido el placer, hace muchos años, en el programa de Sánchez Dragó, y Figueroa me dio muy buena impresión. Pero lo de hoy... soberbio.

Cuenta el señor Figueroa en este libro que hace unos años, mientras triscaba, como tanto le gusta hacer, por la Amazonia, fue atacado por vampiros. Pero por vampiros de verdad, ¿eh?, Desmodus rotundus. Resulta que los bichejos estos, aparte de alimentarse sólo de sangre, poseen algunos compuestos anticoagulantes en su saliva para ayudarles a hacer bien la faena. Pues bien, Vázquez Figueroa clama que desde que fue mordido por los rotundus no ha estado enfermo ni una sola vez; es más, que entre los indígenas de la zona hay una nada despreciable proporción de personas que superan los 100 años de edad, y que ellos lo atribuyen a la mordedura curativa de los vampiros.

Hasta ahí, algo curioso; puede que sea verdad. Al fin y al cabo, hay tantas medicinas que hemos descubierto porque no sé qué bicho de la Amazonía las producía de manera natural, que sin más información tiendo a pensar que todo es posible. Ahora, cuando acto seguido el hombre dice que desde entonces le sienta muy mal el ajo, que no puede soportarlo y que él lo atribuye a la mordedura del rotundus, he empezado a reír y no he podido parar. ¡Qué crack! Y la entrevistadora, claro, después de que el hombre le diera un montón de datos sobre los bichos, su viaje y tal, con cierta reticencia ha parecido dar por buena su explicación. XDD!

¡Benditos sean los escritores! Y bendita sea la ficción que hace que este mundo valga un poco más la pena. Quizá a Vázquez Figueroa nunca le gustaron los ajos; quizá de pequeño ya inventaba historias para dejárselos en el plato. A lo mejor nunca le han atacado los rotundus, pero ha hablado con gente a la que sí; igual hasta es verdad que en esa región de Ecuador hay una cantidad de gente que supera los 100 años. Hombre, ya sería un poco más grave que ni siquiera existieran los murciélagos esos... al fin y al cabo hay una página de Wikipedia sobre ellos... quiero decir: que nadie se tomaría tantas molestias sólo por... por el placer de inventar o algo así, ¿no? Nono. Improbable. Qué bobada. Inconcebible. Tlön, Uqbar: yo estuve allí; yo compré lotería en Babilonia y leí acerca de mi muerte en un libro que encontré en una biblioteca. Quizá no hubo entrevista; a lo mejor la vi en el Aleph pero ya no me acuerdo :-)

En el salón de los pasos perdidos: 2, Lyon y Lugdunum

La semana que siguió a la excursión campestre en Suiza fue pródiga en acontecimientos contables. El miércoles tenía que viajar a Estrasburgo para asistir a un congresillo (de lo que daremos buena cuenta en una futura entrega de esta serie), y el viernes me piré para España. Pero antes de eso decidí que ya era hora de irme a hacer un poco de turismo por el Lyon viejo, del que todo el mundo hablaba muy bien.

La geografía de la ciudad de Lyon es muy característica. La ciudad se extiende en torno a la confluencia de dos ríos, el Saône y el Ródano (como podéis ver aquí). La zona que se encuentra entre los dos ríos (a la que los lugareños llaman "la península") constituye lo que podríamos llamar "el centro de la ciudad", y posee numerosos edificios de los siglos XVIII y XIX (no he ido aún a ese barrio; más información en futuras ediciones!). La zona al este del Ródano es la parte más nueva de Lyon, donde yo vivo y donde están las universidades y la nueva estación de tren.

La parte al oeste del Saône, por su parte, es la que hoy nos ocupa. Está encaramada entre el río y la colina de Fourvière, y constituye el núcleo del Lyon medieval y renacentista. Recibe el nombre de Vieux Lyon (Lyon Viejo), y también es en ella en la que se asentó la vieja Lugdunum, la ciudad romana. En la parte baja de la colina está la catedral medieval, que aún no he visto, y en la cima la basílica del siglo XIX. A media altura, sobre la ladera, se encuentran las impresionantes ruinas del teatro y el odeón romanos. No en vano fue Lugdunum la capital de una de las tres provincias gálicas durante el Alto Imperio.

Ese día decidí que había que ver dos de las tres construcciones notables de la colina, y al final me acabé decidiendo por la parte romana (ésta era obligatoria ^_^) y por la basílica de la cima. No sé cómo será la catedral medieval, pero a fe que no fueron para nada malas elecciones.

La herencia romana de Lyon es para empezar y no parar. Visitando los recintos del teatro y el odeón, que podéis ver en el álbum de Picasa con la profusión de comentarios pertinente, podemos ver cuánto cuida la ciudad su herencia histórica. Ambos están muy bien conservados, y restaurados lo suficiente para que puedan seguir siendo usados para albergar representaciones teatrales o musicales. El Vieux Lyon es un barrio tranquilo y silencioso, y los antiguos edificios públicos parecen exigir una pequeña pausa y que nos olvidemos durante un rato de la era de las comunicaciones y de que la Hispania ya no está a una semana de viaje. Como siempre que se visitan enclaves arqueológicos, hay que hacer un pequeño esfuerzo para ver más allá de los montones de piedra en estado de semirruina. Hace dos mil años, la gente se congregaba aquí como hacemos nosotros cuando vamos al cine. Los actores se preparaban en sus camerinos privados, los niños hacían pintadas en las paredes, y cuando la función acababa todo el mundo se iba a sus casas que, en el mejor de los casos, contaban hasta con agua corriente.

El mundo romano tiene algo de fascinante y algo de mentiroso. Fascina ver en qué medida somos parecidos, pero es falaz omitir en qué medida somos diferentes. A menudo se ha hecho mucho de las dos cosas. No voy a ser yo ahora el que repare estos excesos de la literatura, o quizá de la credulidad, porque no me asisten ni los conocimientos ni vuestra paciencia. Pero no puedo evitar pensar en gente que consideraba que masacrar al enemigo es lo que toca, en gente que hacía y deshacía matrimonios, que envenenaba a la peña sin despeinarse, que toleraba todo tipo de atropellos sin mover un músculo... hombre, pues tanto tanto tampoco se nos parecen. No sé. A lo mejor lo que sí me asiste es una benévola falta de realismo.

Siguiendo con la visita, después de la exploración "de campo", lo que toca es ir al museo. Y, como dijo Javi muy españolamente "estaba prohibido hacer fotos, así que sólo hice unas pocas". En Picasa las tenéis, debidamente comentadas. El museo era muy interesante, y contenía algunas piezas sorprendentes por lo bien conservadas. Era especialmente notable la sección dedicada a arte gálico prerromano, ya que en las cercanías de Lyon se han encontrado varios asentamientos celtas. También tenían a dos o tres actores haciendo una especie de improvisación contemporáneo-rara en una sala habilitada al efecto, con conjincicos pa sentarse. Un lugar, en definitiva, notable, y que hubiera merecido una visita más detallada y algo de comentario. Pero no os canso más, porque lo más guay lo tenéis en las fotos, y de nada serviría que os comentara más cosas aquí sin soporte de la imagen.

Nos vemos a la siguiente!

jueves, 19 de noviembre de 2009

Encuesta

Tengo sensaciones contradictorias.

Por un lado, 9 de vosotros habéis respondido en tan sólo unas horas, wow :-O impresionante.

Por otro lado... ¿un solo voto para el Aleph? ¿Dos para el magnífico Atum-Re, el Gran Él-Ella, el Completo, el que reina sobre lo alto y lo bajo? ¿Y 5 para "inventó los primates"? ¿Los primates se "inventaron"? Creía que nadie elegiría ésa! Indignado estoy.

^_^

miércoles, 18 de noviembre de 2009

En el salón de los pasos perdidos: 1, Zermatt, Suiza

La noche transcurría apaciblemente ese 25 de octubre. Unos inofensivos jirones de niebla resbalaban entre los edificios, como tantas otras noches; nada en la confiada y tranquila ciudad de Lyon hacía prever los acontecimientos que iban a producirse y que por escritos, predichos, grabados en las parsimoniosas e insensibles manecillas del reloj, nadie podía evitar ya. Todo comenzó con un estruendo agudo y mecánico, un fragor comparable al de mil martillos golpeando las vigas del edificio. No había duda: era el despertador.

---¡¡Diossss, las 6 ya?? ---exclamé.

Sí, en efecto. Habíamos quedado ese día para irnos de excursión a alguna parte de Suiza, y eso requería que me personara en Ginebra cuanto antes. Mi tren salía a las 7, y, por los dioses, menos mal que vivo cerca de la estación! Mis compañeros serían Joan y Oriol, físicos a los que conocí en el Taller de Altas Energías en Madrid y que también estaban de estancia en Suiza, y también Luis, un amigo de Joan también de estancia en el CERN. La suerte estaba echada, así que desayuné y me vestí sin mucha ceremonia y me piré hacia el tren.

A las 9 estaba en el aeropuerto de Ginebra, que es donde íbamos a alquilar un coche para pirarnos adonde fuera. El tiempo estaba un poco revuelto en Suiza, así que decidimos que iríamos al sur, donde las probabilidades de lluvia eran menores. Joan tenía informaciones de que en un pueblecito llamado Zermatt, del cantón suizo de Valais, había unas vistas estupendas del Cervino, un monte de perfil muy particular que se encuentra en la frontera entre Suiza e Italia. Como veréis en las fotos, sus indicaciones eran muy acertadas.

Y para allá que nos fuimos. El cantón de Valais es el único cantón bilingüe de Suiza, y es divertido comprobar lo brusca que es la transición: en un pueblo todos los carteles e indicaciones están en francés y a la que llegas al siguiente... ¡todo en alemán! También, niños, hay que tener cuidado con los nombres de los lugares: los francófonos y los germanófonos usan nombres diferentes para la misma cosa... si pides una indicación en un pueblo francófono y te dicen "pues has de llegar hasta A", luego no te extrañes si al llegar al pueblo germanófono y preguntar por A te dicen "no no, eso no está por aquí"...

Por lo demás, el viaje fue bastante ameno. Luis, que hace teoría de cuerdas, nos deleitó con una crítica no completamente bondadosa hacia algunos de los capitostes de la Loop Quantum Gravity... es ése un debate bastante agrio y, francamente, un tanto desafortunado, porque en él se habla poco de física y mucho de sociología y política. Algún día tal vez os hable de él, pero no será hoy.

Finalmente, llegamos a Zermatt pasadas las 4 de la tarde. El pueblo en sí vive básicamente del turismo, y posiblemente de las pistas de esquí en invierno. Abundan los cafés y las tiendas de equipamiento para la nieve, y el ambiente en general es el de un lugar en el que casi todo el mundo está de paso, como nosotros. Como el sol iba a ponerse antes de las 6, decidimos hacer cualquier caminata rápida que nos permitiera por lo menos tener buenas vistas del Cervino; fruto de ello son las fotos que podéis ver en Picasa.

Estuvimos de vuelta pronto y decidimos que esa noche podríamos parar en algún sitio de camino y tomarnos una fondue como dios manda... ¡celestial idea! Quedé sencillamente encantado: después de quince horas levantado y una caminata de hora y pico por la montaña, los trillones de calorías del quesico caliente mojado en pan sientan estupendamente bien. Es curioso el hecho de que con la fondue hay que beber vino, porque el queso tiene mucho cuerpo y conviene tomar algo que ayude a deshacerlo en el estómago. No me gusta el vino, pero me pareció gracioso tener que tomarlo "por prescripción médica".

Poco quedaba ya del viaje después de todo esto. Volvimos a Ginebra pasadas las 12, y Joan me procuró asilo en su casa para esa noche. Recuerdo haber caminado completamente en trance al ir a su casa; si no supiera que es imposible, diría que dormí mientras caminaba. Al día siguiente, poco que contar: otro tren de vuelta a Lyon y colorín colorado.

Retorno A Vosotros Ahora

Blogodependientes todos,
no puedo menos que disculparme por el prolongado silencio al que os he sometido. Diré, sin embargo, en mi descargo, que las últimas tres semanas han sido verdaderamente ajetreadas, y no he parado de viajar de un lado a otro de las Francias y las Españas. De todo ello, no os apuréis, tendréis cumplido informe, tanto verbal como visual, a lo largo de los próximos días/semanas.

Muchas cosas han pasado en este último mes; algunas importantes, otras menos importantes. He viajado a Suiza, a Estrasburgo y a París, he estado una semana de campo y playa en España; he visto al Castellón ganar, a una amiga digivolucionar a doctora, he hablado con mis tortugas, me han dejado sin internet en casa y me he enterado de que iGEM Valencia al fin! se comió un colín. A todos vosotros, los que me habéis acogido, escuchado y abrazado en Madrid, París, Castellón, Valencia, Melbourne y Ginebra, gracias. Ignoro cuántos de vosotros imagináis con precisión cuán importante es esto, así que voy a tener que hablar sin ceremonias para despejar cualquier duda: nada de todo esto valdría una mierda sin vosotros. No lo olvidéis jamás; cada vez que alguien olvida estas cosas, un gatito es arrojado al pozo del todopoderoso Sarlacc, donde le aguarda una digestión de más de mil años :-D

Pasando a un plano más operativo, os informo de mis planes: hay muchas cosas que contar, muchas. Como me parece inhumano plantificaros ocho nuevas entradas y esperar que las leáis, lo voy a hacer de manera escalonada: iré posteando una nueva entrada cada tres o cuatro días. Aun así, supongo que el ritmo será demasiado para la mayoría (por no hablar de mí!), pero es que si no se me acaba la estancia antes de contároslo todo! Todas estas entradas "atrasadas" llevarán el encabezamiento de En el salón de los pasos perdidos, un nombre muy chulo y tremendamente desaprovechado. La primera edición será publicada hoy mismo. No obstante, los ansiosos deben saber que las fotos correspondientes a todos estos eventos serán publicadas en Picasa tan pronto como estén ordenadas y etiquetadas; a día 18 de noviembre sólo faltan las de París.

Por último, os hago notar que en el presente ambiente de celebración y alborozo he decidido publicar una nueva encuesta, que podéis encontrar arriba y a la derecha. En esta ocasión se la dedico a todos los biólogos que se dejan caer por aquí, que me consta no son ni pocos ni cobardes. Ale ale, a votar, a votar!

martes, 20 de octubre de 2009

Stage 1 CLEAR!


Chavales, me estoy haciendo mayor. Ya he dado mi primera charla científica, y según una objetiva encuesta científica llevada a cabo por mí, ha ido bien! En la encuesta sólo he participado yo, pero me lo he preguntado muchas veces ^_^

No, en serio: ha estado bien de verdad. Me he sentido cómodo y la gente dice que ha sido razonable. Acostumbrado como estoy a las charlas de divulgación esto es de verdad otro rollo: allá te puedes enrollar e irte un poco por las ramas y no pasa na; en una charla científica eso es caca, no hay que hacerlo. Mal, está mal. Menos mal que el domingo me pasé un par de horas pensando en cómo lo diría! Si hubierais visto la primera versión que se me ocurrió a volapié... era algo bastante parecido al primer libro de los Macabeos :-) Pero después de un pelín de práctica, todo ha ido OK.

Por cierto, este señor de la foto no sé quién es pero ¿a que parece medio tonto? :-D

miércoles, 14 de octubre de 2009

Llegó el frío a Lyon

Hoy hace frío en Lyon. Pero frío de verdad. Los franceses dicen que esto no es ná, que por lo menos hace sol; pero para mí 10 ºC y viento de norte directo desde Escandinavia es una rasca de la muerte. Los franceses han cogido el grajo y lo han enterrado como vulgar sardina.

Las ciudades deben de ser cosa del demonio o algo; nada, nada de estas cosas meteorológicas tiene sentido en ellas. Quiero decir que, al menos yo, cuando estoy en el campo tengo la impresión de que las piezas encajan. Hace frío y sopla un viento frío; los árboles se mueven; no hay pájaros; a veces llegan nubes; uno oye en las noticias que una masa de aire de Escandinavia ha llegado. En la ciudad, nada de todo eso parece tener significado, o importancia: hace frío y hace frío, ya está. Los edificios son los edificios, la gente sale igual a la calle porque tiene que salir; vale, visten de otra manera, eso es cierto, pero nada substancial cambia. Uno oye en las noticias que ha entrado una masa de aire frío de Escandinavia y parece una anécdota, una entrada más en el largo libro de las estadísticas. Al fin y al cabo, la vida debe seguir, ¿no? Tal vez estoy loco, pero creo que las ciudades roban al mundo muchas de las cosas que lo hacen interesante.

Una vez leí que las ciudades griegas se definían por oposición al campo. Los hombres delimitaban una superficie sobre la tierra y consideraban que ese trozo era suyo, que ahí el mundo se regía de acuerdo a sus reglas, en oposición a las reglas de la naturaleza. Era el imperio de la ley en lugar del imperio de la fuerza. Y está bien, supongo que está bien: el imperio de la ley es mejor que el de la fuerza. El problema, yo creo, el problema ha sido habérnoslo creído: todos hemos nacido en ciudades, ellas son el mundo que conocemos, que controlamos. El imperio de la ley es el imperio; hay otros, quizá, los libros, dicen, hablan de ellos, pero ya no son relevantes.

Sin embargo, son relevantes. De vez en cuando, cosas nos recuerdan que el imperio de la naturaleza existe: hay un terremoto, un huracán, un incendio, o simplemente hace frío. Y toda esa construcción, la construcción intelectual, de repente deja de tener sentido, porque el imperio de la ley no es el único imperio. La gente se siente desamparada, desesperada, se pregunta cómo es posible, se enfrenta de repente a la realidad de que son vulnerables, y una cantidad de edificios (no necesariamente edificios físicos) se vienen abajo. A veces oímos "la naturaleza desata su ira sobre tal o cual ciudad"; es falso. No es la naturaleza la que se nos viene encima, es nuestro ego; es todo nuestro orgullo de cemento el que se desmorona, y de repente la realidad nos hace pagar el precio de habernos creído que realmente podíamos coger un trozo de tierra y hacer imperar en él la ley. Es el reflejo de Calígula en el espejo el que nos mira; y, como le pasó a Calígula, en el espejo no hay nada más que nosotros mismos.

Hoy ha llegado el frío a Lyon. Creo que voy a comprarme una chaqueta nueva, negra, y cargada con todo el peso de nuestra arrogancia.

Time out for LHC polls!

La encuesta del LHC ha terminado! Y, dado que los últimos días no han presenciado movimientos significativos, es para mí un placer anunciar que NO, no moriremos todos arrastrados por el disco de acreción de un pequeño pero voraz agujero negro. Pero no cantéis victoria todavía, humanos; según nuestros colaboradores, esto se debe únicamente a que el Eterno Soñador, Gran Antiguo y Señor de R'Lyeh --me estoy refiriendo, profanos, al Innombrable, al que algunos han llamado Cthul'huh-- jamás permitirá que nuestras vidas terminen debido a nuestras indignas manos. Como muchos ya sabíamos, será él quien, cuando el momento sea propicio, vendrá para reclamarlas; y si para eso hace falta provocar otro pequeño escape de helio en la maquinita... bueno, pues así será ;-D

No quiero, desde luego, olvidar a los dignos finalistas: aquéllos que opinan que, con Cthulhu o sin él, el aparato no llegará a funcionar jamás :-D, y los empatados por el tercer y cuarto puesto: los que creen que una máquina construída por ingenieros es mucho peor que cualquier ser sobrenatural y los que piensan que, después del cine español de los 60, ya nada puede hacernos daño.

Por último, el cucharón de madera: nadie parece creer que el LHC es una encarnación del Mal. ¡Oh, qué decepción! Pero claro, con el Eterno Vigilante en otra de las opciones, hay que reconocer que ésta tenía pocas posibilidades.

En fin, muchas gracias por participar y seguid atentos. En breve otra jugosa encuesta sobre temas de rabiosa actualidad!

domingo, 4 de octubre de 2009

Primer día en el CERN

Es posible que si alguno os habéis acercado al álbum web de Picasa sepáis ya que el jueves estuve por primera vez en el CERN (!). El lugar tiene aura de antemano, porque sale en un libro de Dan Brown perdón, porque allí se encuentran algunos de los físicos particuleros más importantes del mundo, y porque uno sabe que en esos mismos pasillos se han gestado algunos de los descubrimientos científicos de más profundas consecuencias de los últimos 50 años. Así que, cuando traspasé el umbral de la puerta principal no negaré que sentí una especie de impaciencia o de emoción, como cuando éramos niños y nos llevaban al zoo por primera vez. Al mismo tiempo, claro, me decía que todo eso eran tonterías, y que las paredes y los edificios no se impregnan de las cosas que han sucedido en su interior... a no ser que esas cosas sean radiactivas, y quizás éste era el caso ^_^

Sea como sea, y misticismos aparte, el lugar, físicamente hablando, es tan notable que merece ser descrito en cualquier caso. Os enlazo aquí un mapa del complejo en el que yo estuve. Se trata, básicamente, de un conjunto de muchos edificios que albergan despachos, laboratorios, almacenes, garajes, residencias y algún restaurante. Daos cuenta que todos están numerados para poder indicar las direcciones con total precisión... lo que pasa es que la numeración no es, lo que se dice, correlativa. El edificio 1 y el 3 se encuentran unidos por el 51, y en el espacio libre entre ellos está el 224. Esto ya sorprende, pero bueno, uno se dice "será que los han numerado en el orden en que los han construído"; parece que no. Me contaron que hay, o hubo, una lógica tras esa numeración, pero no supieron decirme cuál.

Y después está el interior, que es lo más divertido. Yo estuve en los edificios de despachos, en los que la topografía consta básicamente de escaleras y pasillos, decorados con mesas, sillas, archivadores o, sencillamente, montañas de artículos apilados según quién sabe qué orden. Si miráis el mapa veréis que algunos edificios están conectados entre sí y, en efecto, se puede pasar de uno a otro, pero esta operación no tiene por qué ser completamente trivial: la puerta que los comunica puede estar en el primer piso, o en el sótano, o quizá no la haya. Resultado: transitar por el interior de los edificios del CERN requiere saber en todo momento a qué piso te tienes que dirigir, y si ese piso es accesible desde el lugar en que te encuentras. Es, pura y simplemente, lo más parecido al laberinto del minotauro. Un amigo me dijo: "Estuve mucho tiempo preguntándome si se podría llegar desde mi despacho a la entrada principal, y después de un tiempo de investigar, lo encontré! Pero no te recomiendo que vayas por ahí, seguro que te pierdes".

¿Qué más puedo decir? Estoy sencillamente encantado! ¡Cómo puede haber tenido alguien la peregrina idea de unir los edificios de esa manera tan arbitraria! No lo sé, pero ojalá todos los dioses del Olimpo se lo tengan en cuenta. Es el lugar de mis sueños. Ahora ya tengo una razón de verdad para que me guste.

lunes, 28 de septiembre de 2009

La primera en la frente

Éste es el relato de mi primera eventualidad al llegar a Lyon, que fue bastante pero que bastante reseñable.

Bajé yo con el corazón lleno de alegría del tren al llegar a la moderna estación de Part Dieu, tras un plácido viaje en el tren de alta velocidad francés (que, a diferencia del español, es barato y llega a casi todas partes) atravesando campiñas y bellas landas. Desde luego, ese ánimo duró poco: llovía, hacía frío y yo cargaba con dos maletas que pesaban como la muerte y con una mochila enorme que hacía que el entrenamiento de Son Goku pareciera un paseíllo matinal. No sabía exactamente dónde estaba la residencia, pero contaba con un mapa de San Google y con la proverbial (?) amabilidad gala. En efecto, tras indagar un poco me di cuenta de que el Google maps había señalado en amarillo (es decir, como una vía importante) una callecica a la que Jack el Destripador podría haber llamado "hogar" (bueeno vaaale, estoy exagerando un poquillo... pero es una calle muy estrecha; además, así es más divertido =D). Sin más incidencias, llegué a la residencia.

El lugar era limpio y neutro, como yo había esperado; la gente de la recepción parecía amable y... primera sorpresa: ¡hablaban inglés! Bendiciendo mentalmente a Juana de Arco, a Shakespeare y a la Unión Europea, me dispuse a rellenar el papeleo necesario para acceder a la habitación; quizá la suerte del día estaba volviendo a rolar... Todo fue completamente bien hasta el momento de pagar: el hombre de la recepción se volvió hacia mí, puso mi tarjeta encima de la mesa y dijo: "no la acepta". Y ahí se quedó, mirándome; yo esperaba que propusiera algo al respecto, que sugiriera comprobar si las líneas estaban bien, pero al cabo de unos segundos pareció claro que era una expectativa muy optimista. "¿No puede volverlo a intentar?", repuse.

Mismo resultado, misma reacción del hombre. "No pasa nada", me dije, "seguro que es que la tarjeta no acepta hacer un pago de tanta pasta de una tacada". "Pruebe a separarlo en dos partes", sugerí. Mismo de lo mismo. Empezaba a notar una gotita de sudor que corría por mi espalda... "Tiene que ser un problema de límites de la tarjeta", dije, "espere que voy a hacer unas llamadas...".

Salí de la recepción ligeramente aterrado, para qué lo vamos a negar. Si era un problema de límites, seguro que el banco lo podía arreglar, pero si era otra cosa... me veía durmiendo en un hotel esa noche! Inmediatamente, llamé a casa de mis padres, pues mi honorable progenitor es persona versada en los secretos de la banca. "Ay, pues no", dijo mi madre, "se acaba de ir a jugar a tenis y tardará dos horas en volver". Mierda. "Bueno, pues nada", respondí, "ya os digo algo". Llamé a la siguiente persona que se me ocurrió que podía saber cosas de bancos: mi hermana Eva. A todo esto, huelga decir que las llamadas desde Francia cuestan más o menos la vida y un trozo del alma pero bueno, eso eran detalles en este instante. Eva me colgó; claro, seguramente estaría en una reunión o algo, estamos en horario laboral. La siguiente persona que se me ocurrió que me podría ayudar es Carl, porque ha estado en el extranjero de estancia y ha tenido que pagar este tipo de cosas. "...teléfono móvil al que llama está apagado o fuera de...". ¡¡Me cago en todas las mierdas!! ¡Pero Murphy, cabrón, maldito hijo de un millón de reptiles bastardos! Espero que, al menos, te estés echando unas risas!!

Finalmente, ya casi derrotado, se me ocurrió llamar a Susana, que esperaba que supiera cosas de bancos y, desde luego, sabía de esto de estar en el extranjero... Aleluya, sonaron las campanas; Susana lo coge. Convenimos que, en efecto, tiene que ser un problema de límites y que, en efecto, el banco debería poder solucionarlo porque para eso se supone que están. Después de una breve charla estratégica, entro en la recepción para recuperar mi tarjeta. El hombre me mira... no diré que de manera inquisitiva, pero tampoco como "ay, pobrecito, a ver si lo arregla ya". Salgo de la recepción, de nuevo, con gotita de sudor.

El número del banco era un 902, claro; qué fiesta, llamar desde Francia para que me claven con tornillos en la pared y, ya que estamos, me hagan un masaje con papel de lija... No entraré en detalles sobre esta conversación; sólo diré que duró media hora, que a lo largo de ella me colgaron dos veces y que las telefonistas fueron incapaces de pasarme con el departamento de tarjetas si no pasaba antes por método de identificación robótico que me pedía mi DNI, no lo entendía sistemáticamente y acababa en un bucle infinito. Sólo diré, también, que no os hagáis nunca una cuenta en el Banco Popular; nadie tiene crímenes tan graves que pagar.

Después de esto, claro, yo estaba básicamente que me subía por las paredes, y los tipos de la recepción me miraban como diciendo "el hijodeputa este nos la quiere clavar bien clavada... pero se va a enterar de lo que vale un peine". No puedo culparles; reconozco que si no hubiera sabido la verdad, la primera veintena de teorías que me habrían venido a la cabeza yo era o un capullo o un listillo con más caradura que dinero. Y, en fin, era verdad: era un capullo por no haber comprobado los límites del pequeño trocito de plástico que tenía entre mis dedos... Tan cerca y sin embargo tan lejos!

Abreviaré lo que queda: aborté el plan "tarjeta" e inicié el plan "transferencia". Más lenta, más difícil de justificar --pensé, mirando de reojo a la ya temida recepción--, pero al menos dinero contante y sonante. Ese plan sólo tenía un problema: yo aún no tenía internet, porque el contrato no se había materializado... Reconozco que no me atreví a tensar la cuerda en recepción, pidiendo una conexión wireless temporal, y quizá debería haberlo hecho. Anyway, Susana se portó como una campeona y durante media hora estuvo intentando hacer una transferencia desde mi cuenta a la residencia, con mi atención vía telefónica. Gracias, Susana, gracias.

Pero he dicho "estuvo intentando", y lo mantengo: sus esfuerzos fueron infructuosos. Parecía obvio que Murphy había ganado esta batalla y los hoteles de Lyon habían ganado un habitante. Entonces apareció en mi móvil, refulgente como un ángel salvador: "Eva móvil". Yo, a esas alturas, estaba ya convencido de que todo esfuerzo era inútil, pero Eva insistió en intentar hacer la transferencia desde su cuenta; al menos, en ese caso contábamos con que la persona que estaba frente al ordenador conocía la interfaz que estaba usando. Y, en efecto, confirmando lo que para mí era evidente, no funcionó. No funcionó ni a la primera ni a la segunda ni a la tercera. Pero a la cuarta... ¡ah, las musas de la informática son caprichosas! Voilà! ¿Por qué funcionó entonces y no en las anteriores? ¿Por qué tampoco funcionó cuando Susana lo intentó? Arrr, no tengo ni idea y, la verdad, a estas alturas me importa un comino.

Porque esa noche fui feliz y comí perdices. Fin. Hasta la próxima :-D

PD: Este espacio ha sido patrocinado por Mi hermana Eva, S.L. Sin ella, no habría podido llegar hasta ustedes!

domingo, 27 de septiembre de 2009

¡Ave, Navegante!

¡Ya echó a correr el blog, albricias!

Bueno, la introducción debería ser sencilla, porque todos sois másteres y doctorados cum laude en las cosas de la intenné. El funcionamiento de estas páginas será el que sigue: en este blog os iré contando cosas divertidas o no tan divertidas que me pasen por aquestas lejanas tierras galas; cuando se tercie, animaré las narraciones con alguna que otra foto sugerente, peeero el sitio para buscar fotos no es éste. Las fotos las colgaré en masa en mis álbumes web de Picasa, santificado sea San Google y sus fastos y sus obras. Recordad que tanto aquí como en Picasa podéis y debéis dejar comentarios, insultos, avisos de bomba y donaciones en metálico.

Al principio, no os sorprendáis si veis que el blog está un pelín desangelado; soy nuevo en esto de las blog-cosas y ya sabéis que aprendo despacio.

Bueno, y dicho esto, ¿qué puede haber mejor para empezar mi vida como blogger? Pues lo único que se me ocurre es empezar con dos blogs en lugar de uno. Sí, damas y caballeros, paralelamente a CNRCP va a entrar en funcionamiento su blog hermano: Cuadernos Alejandrinos (CA, de ahora en adelante). Pero así como éste es un blog, por así decirlo, "monográfico", y cuya vida probablemente acabe con mi estancia, CA es otra cosa. Tal y como yo me lo imagino será una especie de bloc de notas, donde apuntar las cosas que me lleguen, de una manera u otra, y yo considere que son dignas de ser anotadas. Todos me conocéis; podéis, seguro, imaginar de qué tipo de cosas hablaré en él. Tal vez precisamente por eso no os vaya a interesar en absoluto, quién sabe. Pero eso ya no es cosa mía, y este primer capítulo debe tocar ya a su fin.

Disfrutad. Sed buenos. Leed mucho. Y mirad al cielo cuando haya estrellas: ellas también os miran ;-)