Madre mía. Hoy he oído en la radio una entrevista a Alberto Vázquez Figueroa, que acaba de publicar una autobiografía. Bueno, pues el hombre ha estado glorioso, sencillamente espectacular. Ya había tenido el placer, hace muchos años, en el programa de Sánchez Dragó, y Figueroa me dio muy buena impresión. Pero lo de hoy... soberbio.
Cuenta el señor Figueroa en este libro que hace unos años, mientras triscaba, como tanto le gusta hacer, por la Amazonia, fue atacado por vampiros. Pero por vampiros de verdad, ¿eh?, Desmodus rotundus. Resulta que los bichejos estos, aparte de alimentarse sólo de sangre, poseen algunos compuestos anticoagulantes en su saliva para ayudarles a hacer bien la faena. Pues bien, Vázquez Figueroa clama que desde que fue mordido por los rotundus no ha estado enfermo ni una sola vez; es más, que entre los indígenas de la zona hay una nada despreciable proporción de personas que superan los 100 años de edad, y que ellos lo atribuyen a la mordedura curativa de los vampiros.
Hasta ahí, algo curioso; puede que sea verdad. Al fin y al cabo, hay tantas medicinas que hemos descubierto porque no sé qué bicho de la Amazonía las producía de manera natural, que sin más información tiendo a pensar que todo es posible. Ahora, cuando acto seguido el hombre dice que desde entonces le sienta muy mal el ajo, que no puede soportarlo y que él lo atribuye a la mordedura del rotundus, he empezado a reír y no he podido parar. ¡Qué crack! Y la entrevistadora, claro, después de que el hombre le diera un montón de datos sobre los bichos, su viaje y tal, con cierta reticencia ha parecido dar por buena su explicación. XDD!
¡Benditos sean los escritores! Y bendita sea la ficción que hace que este mundo valga un poco más la pena. Quizá a Vázquez Figueroa nunca le gustaron los ajos; quizá de pequeño ya inventaba historias para dejárselos en el plato. A lo mejor nunca le han atacado los rotundus, pero ha hablado con gente a la que sí; igual hasta es verdad que en esa región de Ecuador hay una cantidad de gente que supera los 100 años. Hombre, ya sería un poco más grave que ni siquiera existieran los murciélagos esos... al fin y al cabo hay una página de Wikipedia sobre ellos... quiero decir: que nadie se tomaría tantas molestias sólo por... por el placer de inventar o algo así, ¿no? Nono. Improbable. Qué bobada. Inconcebible. Tlön, Uqbar: yo estuve allí; yo compré lotería en Babilonia y leí acerca de mi muerte en un libro que encontré en una biblioteca. Quizá no hubo entrevista; a lo mejor la vi en el Aleph pero ya no me acuerdo :-)
Hace 1 año